Crisis Stewardship and Giving: Six Practical Generosity Insights
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November 16, 2020Seven Principles for Helping People Build Thriving Ministries
Whether we are growing a church, sponsoring a youth rally, or embarking on a mission trip, we depend on God’s provision of tangible resources to accomplish His will for us. God works in unpredictable ways to supply our needs, and we often play a part in it by inviting people to participate. On my journey, here are seven principles I have learned that might help you in this challenging work.
1. Trust God
We may have the best-looking materials, the sharpest presentations, and the most compelling testimonies, but they are nothing if God does not work the hearts of people we are trying to reach. We try to find the magic formula that guarantees success, but there is no such thing. Only God can grant the things we ask of Him, so our role is to trust Him. If He calls us to a ministry, He will give us everything necessary for it. Does that mean that we just sit back and expect God to do all the work? Of course not. More on this later.
2. Raise people, not money
As ministers of the gospel, we often find ourselves in need of more and more financial resources. And far too often, that is where our focus is because we face financial needs. We have a financial goal to reach and everything else becomes secondary. One thing we often forget is that we should be ‘raising people’ not just ‘raising money’ for the ministry.
3. Value and appreciate people
We need to be sensitive as we communicate. We tend to put people in different categories, especially when it comes to the amount of giving we expect from them. Granted, God may choose to use people with various abilities to give but everyone deserves our attention. If our current or prospective partners feel like the only reason we contact them, pay them a visit, give them a call, and write them a letter is to present yet another financial need, it reveals our hearts are just focused on money.
4. Work hard
Developing ministry partners is hard work, especially since we do not really know whom God will choose to call to be a part of our ministry. We need to knock on a lot of doors (sometimes literally), make a lot of calls, and give a lot of ministry presentations. The Lord has allowed me to travel to 40 countries. As different as all those countries were, they all had one thing in common. None of them had money trees growing by the airport. I have never walked off the plane to a red carpet with people welcoming me with briefcases full of money they wanted to share. Looking for those people is a long and hard process.
5. Practice makes perfect
Over the years, I feel like I have made more than 10,000 phone calls and given more than 1,000 ministry presentations. Because I still get nervous every time I pick up the phone, address a prospective supporter personally, or speak at a church, I practice the presentation ahead of time. My interactions with prospective ministry partners and coaching other missionaries showed me that we usually do not have a problem sharing all the wonderful things we saw God do in and through our ministries if we are prepared.
6. Step outside your comfort zone
Initiating contact with people we do not know or do not know well is not easy. We prefer a call to a meeting, a letter to a call, and a subtle request for help to a direct invitation to participate in our work through giving. Too often, we simply ask people to ‘pray for us and our ministry,’ hinting to our need for financial support rather than directly asking prospective ministry partners to get on board with us financially. Of course, prayer is crucial. But people pray more fervently for missionaries and ministries they support.
7. Communicate faithfully
If we can safely overdo something, it is support maintenance. As ministers of the gospel, we need to make absolutely sure that our partners hear from us on a consistent and regular basis. They need to know what God is doing and feel they are a part of it. Faithfulness in this area will bear much fruit long-term.
People may begin supporting us because of what we do, but they will continue supporting us because of who we are together as partners in God’s work. As busy as we may be working in God’s Kingdom, we always need to remember to trust God, raise people not money, value and appreciate people, work hard, practice, step outside our comfort zone, and communicate faithfully.
Siete Principios para Ayudar a las Personas a Construir Ministerios Prósperos
Ya sea que estemos haciendo crecer una iglesia, patrocinando un campamento juvenil, o embarcando un viaje misionero, dependemos de la provisión de Dios de recursos tangibles para completar su propósito para nosotros. Dios trabaja de maneras impredecibles para proveer nuestras necesidades, y a menudo jugamos una parte invitando a las personas a participar. Aquí hay siete principios que he aprendido en mi trayecto que puede que te ayuden en este trabajo desafiante.
1. Confía en Dios
Puede que tengamos los materiales más atractivos, las presentaciones más nítidas y los testimonios más convincentes, pero no son nada si Dios no trabaja en los corazones de las personas que estamos intentando alcanzar. Intentamos encontrar la fórmula mágica que garantice el éxito, pero no existe tal cosa. Únicamente Dios puede conceder las cosas que le pedimos, así que nuestro rol es confiar en Él. Si nos llama a un ministerio, Él nos dará lo necesario para eso. ¿Significa que solo nos sentamos y esperamos que Dios haga todo el trabajo? Claro que no. Ahondaremos sobre esto más adelante.
2. Levanta personas, no fondos
Como ministros del evangelio, a menudo nos encontramos en la necesidad de más y más recursos financieros. Y muy seguido, ahí se encuentra nuestro enfoque debido a que nos enfrentamos a necesidades financieras. Tenemos una meta financiera que alcanzar y todo lo demás se vuelve secundario. Una cosa que a menudo olvidamos es que deberíamos estar ‘levantando personas’ no solo ‘recaudando fondos para el ministerio.
3. Valora y aprecia a las personas
Necesitamos ser sensibles cuando nos comunicamos. Tendemos a poner a las personas en diferentes categorías, especialmente cuando se trata de la cantidad de ofrenda que esperamos de ellos. Definitivamente, Dios puede optar por usar personas con distintas capacidades para dar, pero todos merecen nuestra atención. Si nuestro actual o posible socio siente que la única razón por la cual lo contactamos, lo visitamos o llamamos y escribimos una carta es para presentar una necesidad financiera más, eso revela que nuestros corazones solo están enfocados en dinero.
4. Trabaja duro
Conseguir socios ministeriales es trabajo duro, especialmente porque realmente no sabemos a quién llamará Dios para ser parte de nuestro ministerio. Necesitamos tocar muchas puertas (algunas veces de manera literal), hacer muchas llamadas, y dar muchas presentaciones sobre el ministerio. El Señor me ha permitido viajar a 40 países. Por diferentes que fueran todos esos países, todos tenían una cosa en común. Ninguno tenía árboles de dinero creciendo por el aeropuerto. Nunca he bajado del avión a una alfombra roja con personas dándome la bienvenida con maletines llenos de dinero que quisieran compartir. Buscar a esas personas es un proceso duro y tardado.
5. La práctica hace la perfección
A lo largo de los años, siento que he hecho más de 10,000 llamadas telefónicas y he dado más de 1,000 presentaciones sobre el ministerio. Debido a que aún me pongo nervioso cada vez que tomo el teléfono, me dirijo personalmente a un posible colaborador, o hablo en la iglesia, practico la presentación con anticipación. Mis interacciones con posibles socios ministeriales y mi entrenamiento a otros misioneros me mostraron que normalmente no tenemos problema compartiendo todas las cosas maravillosas que vimos a Dios hacer en y a través de nuestros ministerios si estamos preparados.
6. Sal de tu zona de confort
Iniciar contacto con personas que no conocemos o que no conocemos bien no es fácil. Preferimos una llamada a una reunión, una carta a una llamada, y una sutil petición de ayuda a una invitación directa a participar en nuestro trabajo a través de las donaciones. Muy a menudo, simplemente le pedimos a las personas que ‘oren por nosotros y nuestro ministerio’, insinuando nuestra necesidad de apoyo financiero en lugar de pedir directamente a posibles socios ministeriales que nos apoyen financieramente. Claro, la oración es crucial. Pero las personas oran con más fervor por los misioneros y ministerios a los que apoyan.
7. Comunícate fielmente
Si en algo podemos excedernos con seguridad, es en mantenernos en comunicación con quienes nos apoyan. Como ministros del evangelio, necesitamos asegurarnos completamente de que nuestros socios sepan de nosotros de forma regular y consistente. Necesitan saber lo que Dios está haciendo y sentir que son parte de ello. La fidelidad en esta área dará mucho fruto a largo plazo.
Puede que las personas nos comiencen a apoyar por lo que hacemos, pero continuarán apoyándonos por quiénes somos en conjunto como socios en la obra de Dios. Por ocupados que podamos estar por estar trabajando en el Reino de Dios, siempre debemos recordarnos de confiar en Dios, levantar personas y no fondos, valorar y apreciar a las personas, trabajar duro, practicar, salir de nuestra zona de confort, y comunicarnos fielmente.